Mejor es no prometer que prometer y no cumplir. Pero debe estar pronto el ánimo a prometer y cumplir, no acontezca que, al juzgarse incapaz de cumplir, sea perezoso para prometer. Y efectivamente, nunca cumpliría si piensa que hade cumplir por sus propias fuerzas (San Agustín. Ochenta y tres cuestiones 132,2).
No hay comentarios:
Publicar un comentario