lunes, 23 de junio de 2014

Por la Familia

El matrimonio entre un hombre y una mujer y para siempre, y la familia que de ahí brota, es el fundamento de la sociedad. Este aserto resiste cualquier crítica y está ratificado por la historia de todos los pueblos y culturas. Esto no obsta para que el matrimonio y la familia hayan tenido que afrontar dificultades y problemas, a veces muy serios, y no hayan salido inmunes. El Concilio Vaticano II tuvo que reconocer que el matrimonio actual está afectado por la plaga de los divorcios. Años después, Pablo VI se vio obligado a salir al paso de otra plaga: la contracepción. En fechas recientes se ha extendido como una mancha de aceite la cohabitación entre quienes no están casados. El matrimonio y la familia cristianos no están inmunes a estas enfermedades. Son muchos los católicos que se divorcian, que ciegan las fuentes de la vida y que conviven fuera del matrimonio. Además, desde hace años, se ha interrumpido la transmisión de la fe de padres a hijos, y la oración en familia sufre un gran impacto. La Iglesia no puede contemplar esta situación con indiferencia, sino con ojos de madre y de padre. Es decir, con amor compasivo y, a la vez, con la fortaleza del cirujano que maneja el bisturí para extirpar un cáncer, antes de que llegue la metástasis. 

Este es el sustrato para comprender que el Papa haya convocado un Sínodo especial de los Obispos para tratar sobre el matrimonio y la familia. No es la primera vez que lo hace, ni previsiblemente será la última. Sin embargo, el de ahora es un Sínodo especial. Ha sido precedido de una encuesta muy amplia, no sólo a los obispos y sacerdotes, sino también a los fieles, pidiendo información sobre la situación real. Algunos han querido reducirlo a la cuestión puntual de la comunión de los divorciados y vueltos a casar y han creado expectativas que la Iglesia no puede –porque no tiene autoridad para ello- satisfacer. Es claro que ése no es el único ni el principal problema. Tendremos ocasión de comprobarlo, cuando el Sínodo comience su andadura. Mientras, se nos pide, como hijos de la Iglesia y hermanos de quienes están heridos en sus matrimonios y familias, que pidamos luces al Espíritu Santo para que los miembros del Sínodo acierten en el diagnóstico del matrimonio natural y católico. 

 Francisco Gil Hellín -Arzobispo de Burgos
Tomado de Alfa y Omega 19 de junio de 2014
Enviado por Maximiliano de la Vega. Gracias

sábado, 21 de junio de 2014

Video Evangelio. Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo

"El que come mi carne y bebe mi sangre 
permanece en mí y yo en él."


Evangelio según San Juan 6,51-58. 

 Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí, diciendo: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?". Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".

sábado, 7 de junio de 2014

Video Evangelio. Solemnidad de Pentecostés


"¡La paz esté con ustedes!"

Evangelio según San Juan 20,19-23. 

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". 

viernes, 6 de junio de 2014

A TRABAJAR EN SU VIÑA (Pentecostés)

Jesús había prometido a sus discípulos la venida del Espíritu Santo, y en Pentecostés se cumple su promesa. Aquellos que había acompañado a Jesús se convierten entonces en verdaderos apóstoles, audaces testigos de la Palabra y de la resurrección de Jesús. No puede entenderse la transmisión de la fe cristiana sin esta acción directa del Espíritu desde el comienzo de la vida de la Iglesia.

Pentecostés debe servir para convertirnos, en expresión del Papa Francisco, en “evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo, que infunde la fuerza, para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso contracorriente”. Esos evangelizadores son una gozosa realidad, y los descubrimos en los laicos de nuestras diócesis, de nuestras parroquias, de nuestros movimientos y asociaciones que, a través de su entrega generosa y comprometida, muestran la fuerza misionera de la Iglesia. “Pero la toma de conciencia de esta responsabilidad laical, que nace del Bautismo y de la Confirmación –dice el Papa-, no se manifiesta de la misma manera en todas partes”. Estamos ante uno de los grandes retos que tiene la Iglesia. 

El Papa denuncia la falta de formación de nuestros seglares, su falta de implicación en la evangelización y en la transformación de la realidad social y en la toma de conciencia respecto a la responsabilidad laical que surge del Bautismo. Como dice la Exhortación Cristifideles laici, de Juan Pablo II , “los laicos son llamados por Jesús para trabajar en su viña construyendo el reino de Dios en este mundo”. Es necesaria la articulación de un laicado maduro, formado, corresponsable y con capacidad evangelizadora. El desarrollo de la Cristifideles laici nos apremia a valorar la dignidad de los fieles laicos en la Iglesia-misterio, a redescubrir su participación en la vida de la Iglesia-comunión y a abandonar en su corresponsabilidad en la Iglesia-misión. Pedimos al Espíritu Santo que nos dé fortaleza, sabiduría, creatividad y audacia para adentrarnos en esta nueva etapa evangelizadora. 

 Tomado del Mensaje de los Obispos de la CEAS para el
 Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar (Pentecostés). 
 Alfa y Omega Juaves 5 de Junio de 1014
Enviado por Maximiliano de la Vega. Gracias :)