Dios inclina su oído hacia nosotros depositando su misericordia sobre nosotros. ¿Cabe una piedad mayor que el hecho de darnos a su Hijo único no para que viviera como nosotros, sino para que muriera por nosotros?
(en Ps. 30, 2, 7)
Chiclana de la Frontera (Cádiz, España)
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lunes, 22 de febrero de 2016
sábado, 29 de marzo de 2014
Video Evangelio IV Domingo de Cuaresma
"Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece"
Evangelio según San Juan 9,1-41.
Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento.
Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?".
"Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios.
Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego,
diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo". Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".
El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi".
Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé".
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos.
sábado, 22 de marzo de 2014
Video Evangelio III Domingo de Cuaresma
"Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva"
Evangelio según San Juan 4,5-42.
Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José.
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva". "Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?".
Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna".
"Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla".
Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí".
La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo".
Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo".
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas con ella?".
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?".
Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos.
La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos.
Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva". "Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva?
¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?".
Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed,
pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna".
"Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla".
Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí".
La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido,
porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad".
La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".
La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo".
Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo".
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas con ella?".
La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente:
"Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?".
sábado, 15 de marzo de 2014
Video Evangelio II Domingo de Cuaresma
"Levántense, no tengan miedo".
Evangelio según San Mateo 17,1-9.
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.
De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo".
Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor.Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo".Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos".
lunes, 10 de marzo de 2014
sábado, 8 de marzo de 2014
Video Evangelio Primer Domingo de Cuaresma
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes". Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme". Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.
viernes, 22 de febrero de 2013
Mensaje del Obispo de Cádiz y Ceuta para vivir la Santa Cuaresma 2013
Queridos fieles diocesanos,
Al comenzar esta Santa Cuaresma nos ponemos en camino como peregrinos que se saben cuidados por el Buen Pastor que guía nuestra marcha, a veces a través del desierto o de la noche, pero conscientes de que “su vara y su cayado nos sosiegan” (Salmo 22). Efectivamente nuestro tiempo tan herido por el individualismo y la superficialidad camina, pero sin saber la meta. Nosotros, en cambio, “sabemos bien adónde vamos” (Himno de Laudes del tiempo cuaresmal). Nuestro origen es el amor de Dios y éste también es nuestra meta. El tiempo presente se nos da para que ese Amor nos vaya haciendo como Él: más divinos, más humanos “hasta llegar a la plenitud, a la estatura de Cristo” (Ef 4, 13). Esta estatura de Cristo es la caritas, que es como los cristianos llamamos al amor natural cuando es plenificado por la gracia sobrenatural del Espíritu Santo. De este modo, el cristiano madura, crece, en la medida en que ama con esta caritas. Lo mismo podríamos decir de la Iglesia en general, de nuestra diócesis o de nuestras parroquias o comunidades. El Santo Padre lo ha recordado hace poco en su Motu Propio sobre el Servicio de la Caridad en la Iglesia:
El servicio de la caridad es también una dimensión constitutiva de la misión de la Iglesia y expresión irrenunciable de su propia esencia; todos los fieles tienen el derecho y el deber de implicarse personalmente para vivir el mandamiento nuevo que Cristo nos dejó (cf. Jn 15, 12), brindando al hombre contemporáneo no sólo sustento material, sino también sosiego y cuidado del alma (cf. Carta enc. Deus caritas est, 28). Asimismo, la Iglesia está llamada a ejercer la diakonia de la caridad en su dimensión comunitaria, desde las pequeñas comunidades locales a las Iglesias particulares, hasta abarcar a la Iglesia universal.
Todos somos muy conscientes de que en las presentes circunstancias sociales la Iglesia está realizando una labor indiscutible de forma organizada y también a través de sus miembros individualmente. Justamente por ello esta Cuaresma puede ser la oportunidad de ir hasta el fondo de esa caridad tan llena de humanidad. Las personas no necesitan sólo de alimentos o ropa sino que demandan sobre todo de amor, y, en el fondo, requieren a Cristo. Podremos dar a Cristo a través de nuestro amor si vivimos pegados a Él por medio de la gracia santificante que recibimos en los sacramentos. Así dice el Motu Propio:
Se ha de tener muy presente que la actuación práctica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo. Por tanto, en la actividad caritativa, las numerosas organizaciones católicas no deben limitarse a una mera recogida o distribución de fondos, sino que deben prestar siempre especial atención a la persona que se encuentra en situación de necesidad y llevar a cabo asimismo una preciosa función pedagógica en la comunidad cristiana, favoreciendo la educación a la solidaridad, al respeto y al amor según la lógica del Evangelio de Cristo. En efecto, en todos sus ámbitos, la actividad caritativa de la Iglesia debe evitar el riesgo de diluirse en una organización asistencial genérica, convirtiéndose simplemente en una de sus variantes.
Cómo me gustaría que la cuaresma de este año fuese en nuestra diócesis la Cuaresma de la Caridad. Deseo y os animo para que sea la Cuaresma en la que experimentemos, de nuevo, el Amor de Dios Padre a través del sacramento de la Reconciliación, preparado y vivido con gran profundidad. Os exhorto también para que viváis el tiempo sagrado en el que a través de los misterios de los días cuaresmales podamos ser renovados por el Espíritu del Amor, el Espíritu Santo. Esto son los días santos en los que al contemplar las imágenes de la Pasión del Señor podamos reconocer el Amor de Dios manifestado en su Hijo divino, Cristo Jesús. Vivamos, pues, una vida transformada por la Sagrada Comunión recibida cada domingo para poder comulgar el Gran Domingo de Resurrección renovados, liberados, llenos de alegría y de gracia. El mundo necesita esperanza, respirar buenas noticias, saber que la grandeza de la meta compensa la fatiga del camino, que no estamos solos, que el Buen Pastor va con nosotros. Ojalá estos días sirvan para ello mediante todos los medios que el Señor ha dejado a su Iglesia para transformarnos, los medios de santificación, los acostumbrados instrumentos de la limosna, el ayuno y la oración. Os invito a aprovechar también las Conferencias Cuaresmales que se ofrecen en tantas parroquias de la diócesis, que quieren ser una ayuda para la interiorización, el estímulo ilusionante de seguir al Señor como discípulos, la purificación del corazón, una verdadera oxigenación de la vida cristiana.
Yo también recibiré con vosotros la ceniza y con vosotros pediré con humildad esta renovación. Si nos diésemos cuenta de la ilusión que siente el Señor por nuestras vidas nada podría con nosotros. No dejemos pasar esta oportunidad habitual de la vida de la Iglesia para renovar a fondo nuestra pertenencia a Cristo, nuestra identificación con Él, en una palabra, nuestra fe, en el Año de la Fe.
Me parece necesario añadir también, como parte integrante de nuestro obrar cristiano en este tiempo de Cuaresma determinado por la reciente renuncia del Santo Padre Benedicto XVI, a expresar nuestra caridad fraterna en una oración de suplica más viva, que nos una fuertemente en el amor de Cristo y nos haga más responsables de la vida de la Iglesia. Os pido, por tanto, ofrecer el rezo del Santo Rosario, en comunidad o en privado, en familia, en grupo o a solas, por el Conclave y el nuevo pontífice que ha de pastorear en nombre de Cristo a la Iglesia de Dios, y por las necesidades de la Iglesia en esta nueva situación. Invito a todos, además, a hacer preces por ello en todas las Misas y momentos de adoración eucarística.
A María, la Virgen de la Soledad, pero también Madre de la Esperanza, la de la ternura maternal y del Amor, confiamos esta Cuaresma de la Caridad y con ella esperamos la Resurrección de su Hijo en nuestras vidas y un Nuevo Pentecostés en nuestra Iglesia diocesana.
Feliz y santa Cuaresma.
+Rafael Zornoza, obispo de Cádiz y Ceuta
martes, 19 de febrero de 2013
viernes, 18 de marzo de 2011
Frases y pensamientos
Háganse limosnas, redímanse los pecados, alégrese el pobre de tu limosna, para que tú te alegres de la de Dios. Necesita el pobre; tú también necesitas; necesita de ti, tú necesitas de Dios. Desprecias al que necesita de ti, y Dios no te despreciará a ti, que necesitas de El. Luego remedia tú la indigencia del pobre, para que Dios colme tu interior (San Agustín. Comentario al Salmo 37,24).
miércoles, 9 de marzo de 2011
Reflexión para el Miercoles de Ceniza

Miércoles de Ceniza
Reflexión: que se pare el tiempo
"Vosotros tenéis relojes, nosotros tenemos el tiempo"
contestó un jefe indio a un atrevido hombre de
negocios blanco. El indio percibía el tiempo como
un momento favorable y gratificante. Si te centras
en el momento presente podrás sentir el tiempo,
experimentarlo, vivirlo. Así, en esos momentos,
el tiempo se queda quieto. Es en esta quietud donde
puedes ver el momento oportuno para permanecer en ti
o ejecutar algo fuera de ti, dejar que algo crezca o tomar una decisión nueva.
Afirma Qohélet:
Todo tiene su tiempo y su sazón, todas las tareas bajo el sol:
tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de destruir, tiempo de construir;
tiempo de llorar, tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar (Qo 3,1-4)
Para pensar:
Al comenzar este tiempo de Cuaresma, ¿Cómo andan mis energías? ¿Podré “saborear” el tiempo? ¿Soy capaz de hacer un pequeño compromiso para estos cuarenta días? ¿Cuál?
Oración agustiniana
Oh Dios creador de todas las cosas, Señor y Redentor, derrama sobre mi en primer lugar, el don de saber pedirte; después el don de hacerme digno de ser escuchado por mi vida y por mis obras, y finalmente, el regalo de ser libre, dejando de lado mis mediocridades y pecados, por Jesucristo, nuestro Señor.
Reflexión: que se pare el tiempo
"Vosotros tenéis relojes, nosotros tenemos el tiempo"
contestó un jefe indio a un atrevido hombre de
negocios blanco. El indio percibía el tiempo como
un momento favorable y gratificante. Si te centras
en el momento presente podrás sentir el tiempo,
experimentarlo, vivirlo. Así, en esos momentos,
el tiempo se queda quieto. Es en esta quietud donde
puedes ver el momento oportuno para permanecer en ti
o ejecutar algo fuera de ti, dejar que algo crezca o tomar una decisión nueva.
Afirma Qohélet:
Todo tiene su tiempo y su sazón, todas las tareas bajo el sol:
tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de destruir, tiempo de construir;
tiempo de llorar, tiempo de reír;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar (Qo 3,1-4)
Para pensar:
Al comenzar este tiempo de Cuaresma, ¿Cómo andan mis energías? ¿Podré “saborear” el tiempo? ¿Soy capaz de hacer un pequeño compromiso para estos cuarenta días? ¿Cuál?
Oración agustiniana
Oh Dios creador de todas las cosas, Señor y Redentor, derrama sobre mi en primer lugar, el don de saber pedirte; después el don de hacerme digno de ser escuchado por mi vida y por mis obras, y finalmente, el regalo de ser libre, dejando de lado mis mediocridades y pecados, por Jesucristo, nuestro Señor.
Tomado de la página de Juan Jauregui
jueves, 4 de marzo de 2010
La Cuaresma tiene mala Prensa

La Cuaresma tiene mala Prensa
La Cuaresma tiene mala prensa. Parece que sea un tiempo de tristeza, de depresión, de privaciones impuestas. Como si después de la fiesta en libertad del Carnaval, la penitencia cuaresmal quisiera compensarlo.
Lo sorprendente es que no sólo suele verse así por quienes están alejados de la comunidad cristiana, sino que también con frecuencia desde dentro de ella tendemos a considerarla así. No la vemos como un tiempo de ilusión esperanzada como el Adviento, por ejemplo. Sino como un paréntesis sin horizonte. Aunque admitamos que es importante para la vida del cristiano, nos cuesta entender el sentido hondo de esta importancia.
Por eso, la apuesta, es descubrir la Cuaresma.
Lo fundamental para vivir, para celebrar, también para ayudar a celebrar estas semanas cuaresmales, es borrar y superar esta deficiente compresión. Y descubrir que es todo lo contrario. Que no es un tiempo cerrado en sí mismo sino abierto a la Pascua, que no es un paréntesis sino un camino. Que si se nos pide un esfuerzo es para abrirnos más radicalmente a la gran alegría de lo que expresa la Pascua: el amor sin límites, salvador y renovador, de Dios. Es verdad que es un tiempo de penitencia, no significa propiamente imponerse castigos sino convertirse, es decir, abrirse a la gran verdad, al gran amor, a la gran esperanza que es Dios, el Padre que nos ha revelado y comunicado Jesús, quiere vivir en nosotros por su Espíritu.
Por eso, no es de extrañar que el prefacio primero de Cuaresma nos hable de lo que la define: el anhelo de la celebración de la Pascua. Algo que nos causa alegría y nos pide conversión de corazón. Que nos pide abrirnos más, mucho más, al amor de Dios y al servicio de los hermanos. Y cuya meta es avanzar en la comunión filial con Dios, un camino que se basa y se expresa en la celebración de los sacramentos que dan vida nueva.
Concedes a tus hijos anhelar, año tras año, la celebración de la Pascua, con alegría y conversión de corazón. Para que, dedicados con mayor entrega a la oración y al servicio de los hermanos, lleguemos a ser con mayor plenitud hijos tuyos con la celebración de los sacramentos que nos dan nueva vida. (Según el prefacio I de Cuaresma)
martes, 2 de marzo de 2010
SIMBOLOS DE LA CUARESMA

- La cuaresma es DESIERTO: es sequedad, soledad, ayuno, austeridad, rigor, esfuerzo, penitencia, peligro, tentación.
- La cuaresma es PERDÓN: Las historias bíblicas de Jonás y de Nínive y la parábola del hijo pródigo, son ejemplos de ello.
- La cuaresma es ENCUENTRO: es abrazo de reconciliación como en la parábola del hijo pródigo o en la conversión de Zaqueo o en el diálogo de Jesucristo con la mujer adúltera.
- La cuaresma es LUZ: como se pone de evidencia, por ejemplo, en el evangelio del ciego de nacimiento. Es el tránsito de las tinieblas a la luz. Jesucristo es la luz del mundo.
- La cuaresma es SALUD: símbolo manifestado en textos como la curación del paralítico o la sanación del hijo del centurión.
- La cuaresma es AGUA: es el tránsito de la sed de nuestra insatisfacción al agua viva, el agua de Moisés al pueblo de Israel en el desierto o de Jesús a la mujer samaritana.
- La cuaresma es LIBERACIÓN, TRIUNFO: es superación victoriosa de las pruebas y dificultades. Algunas figuras bíblicas, que sufren graves peligros y vencen en la prueba, son José hijo de Jacob, la casta Susana, Ester, el profeta Jeremías y, sobre todo, Jesús, tentado y transfigurado.
- La cuaresma es CRUZ: signo y presencia permanente durante toda la cuaresma. Prefigurada en el Antiguo Testamento y patentizada con el ejemplo de Jesucristo y como su llamada cargar con ella como condición para el seguimiento.
- La cuaresma es TRANSFIGURACIÓN: es la luz definitiva del camino cuaresmal, preanunciada y pregustada en la escena de la transfiguración de Jesús. "Por la cruz a la luz".
- La cuaresma es el ESFUERZO por retirar el fermento viejo e incorporar la LEVADURA NUEVA DE LA PASCUA RESUCITADA Y RESUCITADORA, ahora y para siempre.
viernes, 26 de febrero de 2010
¿Qué es la Cuaresma?
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.
En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo, ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
Por ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la gloria de la resurrección.
40 días
La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.
En la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y dificultades.
La práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse un espíritu penitencial y de conversión.
Tomado del sitio web Aciprensa
lunes, 22 de febrero de 2010
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