Al corazón* siguen las manos; las manos sirven a su corazón*; se piensa y se hace. Si no se obra, no es porque no queramos, sino porque no podemos. Todo lo que quieres y no puedes hacerlo, Dios te lo imputa por ejecutado (San Agustín. Comentario al Salmo 57,4).
*Nota del transcriptor: Entiéndase el corazón como el centro de lo que somos. Nuestra centralidad en sus dimensiónes afectiva, cognitiva y volitiva.
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