Mis queridos diocesanos:
El próximo domingo día 29 de mayo celebraremos la Campaña del Enfermo en nuestra Diócesis. Considero que dentro del tiempo pascual en el que recordamos el triunfo de la Vida sobre la Muerte por la Resurrección del Señor, tiene una especial significación dirigir nuestra atención y nuestra oración hacia el mundo del dolor y del sufrimiento, que es el de nuestros enfermos, y reflexionar sobre la pastoral sanitaria en nuestras instituciones hospitalarias y nuestras comunidades cristianas.
1. Juventud y salud
El presente año el lema de este día reza así: “Juventud y salud”. Se refiere a que el Papa Benedicto XVI, teniendo presente la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en el mes de agosto, dirige un pensamiento particular a los jóvenes, especialmente a aquellos que viven la experiencia de la enfermedad y les invita a que sean testigos del sufrimiento, de su vida de fe y acompañen a otros jóvenes.
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2. Salud y enfermedad
La salud es, sin duda, una aspiración fundamental del ser humano. Sobre todo el hombre actual y la juventud tienen en gran estima el valor de la salud y dedican toda clase de esfuerzos a prevenir y a combatir la enfermedad. Tal vez un primer servicio de la pastoral sanitaria de la Iglesia debería ser el capacitar a los hombres a entender mejor lo que es la salud integral, la salud de todo hombre y sentir la debida compasión ante la enfermedad.
Dice el Papa Benedicto XVI: “ Si cada hombre es nuestro hermano, con mayor razón deben estar en el centro de nuestra atención el débil, el que sufre y el que necesita atención, a fin de que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado. (…) Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Encíclica Spe Salvi, 38)” (Mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la XIX Jornada Mundial del Enfermo 2011).
3. “Por sus heridas habéis sido curados” (1Pe 2, 24)
El Papa Benedicto XVI, ante el misterio del sufrimiento, nos invita a contemplar las llagas de Jesús: “El Hijo de Dios ha sufrido, ha muerto, pero ha resucitado, y precisamente por esto esas llagas son el signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliación con el Padre; pero también se han convertido en banco de pruebas para la fe de los discípulos y para nuestra fe: cada vez que el Señor habla de su pasión y muerte, ellos no comprenden, se oponen, lo rechazan. Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento permanece siempre cargado de misterio, difícil de aceptar y de sobrellevar” (Mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la XIX Jornada Mundial del Enfermo 2011, n.1).
Y es precisamente a través de las llagas de Cristo como nosotros podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad y ser mensajeros de una alegría que no teme el dolor, la alegría del Resucitado (cf. Mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la XIX Jornada Mundial del Enfermo 2011, n.2).
“En todo sufrimiento humano ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y el padecer; en cada sufrimiento se difunde la con-solatio, la consolación del amor partícipe de Dios para hacer aparecer la estrella de la esperanza (cf. Encíclica Spe Salvi, 39)” (Mensaje del Papa Benedicto XVI con motivo de la XIX Jornada Mundial del Enfermo 2011, n.2).
4. Se le conmovieron las entrañas
Jesús no pasó de largo ante los enfermos, sino que se le conmovían las entrañas. Jesús ama la vida y la salud y se conmueve ante el dolor, el sufrimiento y la muerte. Jesús pasó por esta experiencia humana del dolor y nos enseñó cómo debemos vivirlo. Las actitudes de Jesús ante las personas que sufren nos ayudan a descubrir desde la fe el valor redentor del sufrimiento, llevado con amor. Jesús se acercó ante los enfermos, eran sus predilectos y al verlos se les conmovieron las entrañas y los curaba y sanaba.
5. Invitación a los jóvenes a crear puentes de amor
Queridos jóvenes, como dice el Papa Benedicto XVI, aprended a “ver” y a “encontrar” a Jesús no solamente en la Eucaristía, en donde está realmente presente y se hace alimento para el camino, sino también sabedlo reconocer y servir en los pobres, en los enfermos, en los hermanos que sufren y pasan por grandes dificultades en la vida y que necesitan vuestra ayuda (cf. Mt 25,36). A todos vosotros, queridos jóvenes, enfermos y sanos, os invito a crear puentes de amor, fraternidad y solidaridad, a fin de que nadie se sienta solo, sino cercano a Dios y formando parte de la gran familia de los hijos de Dios.
Y a vosotros, queridos jóvenes enfermos, os invito a rezar ante las llagas del “costado de Cristo abierto”, la oración de San Ignacio de Loyola: “Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, escúchame. Dentro de tus llagas, escóndeme (…) Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe”.
6. Oración y agradecimiento
Os invito a todos a que en esta Jornada del Enfermo, y cada día, elevemos una oración fervorosa por los enfermos y el mundo del dolor. Junto a esta oración invoquemos a Santa María de la Compasión con confianza como “Salud de los enfermos” y “Consoladora de los afligidos”, y permanezcamos junto a Ella al pie de la Cruz.
Agradezco al Director del Secretariado y a los sacerdotes que trabajan junto con los laicos y consagrados en la Pastoral de la Salud, sus esfuerzos de cercanía y amor con los enfermos. Agradezco, también, a las instituciones hospitalarias y a nuestras comunidades cristianas, todos sus desvelos por la atención de los enfermos e invito a las Autoridades para que inviertan cada vez más energías en estructuras sanitarias que sirvan de ayuda y apoyo a los que sufren, sobre todo a los más pobres y necesitados.
Os deseo a todos que no os canséis de curar y aliviar las llagas de cada hermano y hermana enfermos, y que sepáis ver en cada uno de ellos el rostro de Cristo.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 24 de mayo de 2011.
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