Bien; no puedo darle una respuesta infalible en este momento. Sólo puedo tratar de responder según lo veo yo. Puedo decir que yo he recorrido un itinerario semejante al suyo. En mi juventud yo era más bien severo. Decía: los sacramentos son los sacramentos de la fe; por tanto, donde no hay fe, donde no hay práctica de la fe, los sacramentos no se pueden conferir. Después, siendo arzobispo de Munich, hablaba de ello con mis párrocos. También entre ellos había dos corrientes: una severa y una condescendiente. A lo largo de los tiempos también yo he comprendido que debemos seguir siempre el ejemplo del Señor, que estaba muy abierto incluso hacia las personas marginadas en Israel en aquella época; era un Señor de la misericordia, según muchas autoridades oficiales demasiado abierto hacia los pecadores, a los que acogía o permitía que lo acogieran a él en sus cenas, atrayéndolos hacia sí en su comunión.
Así pues, en sustancia, yo creo que los sacramentos son naturalmente sacramentos de la fe, y donde no hubiera ningún elemento de fe, donde la primera Comunión fuera sólo una fiesta con un banquete, hermosos vestidos, grandes regalos, entonces ya no sería un sacramento de la fe. Sin embargo, por otra parte, si vemos que hay una llamita de deseo de la comunión en la Iglesia, un deseo también de estos niños que quieren entrar en comunión con Jesús, me parece que conviene ser condescendientes.
Desde luego, naturalmente, en nuestra catequesis debemos ayudarles a entender que la Comunión, la primera Comunión, no debe quedar como un hecho "aislado", sino que exige una continuidad de amistad con Jesús, un camino con Jesús. Yo sé bien que los niños a menudo tienen intención y deseo de ir el domingo a la misa, pero sus padres no les dejan cumplir ese deseo. Si vemos que los niños lo quieren, que tienen el deseo de ir, me parece que se trata casi de un sacramento de deseo, el deseo ("voto") de una participación en la misa dominical. En este sentido, naturalmente, en el marco de la preparación para los sacramentos, debemos hacer todo lo posible para llegar también a los padres, a fin de despertar también en ellos la sensibilidad por el camino que siguen sus hijos. Los padres deben ayudar a sus hijos a seguir su deseo de entrar en amistad con Jesús, que es forma de la vida, del futuro. Si los padres desean que sus hijos hagan la primera Comunión, este deseo más bien social debería ampliarse al deseo religioso, para hacer posible un camino con Jesús.
Por consiguiente, yo creo que en el contexto de la catequesis de los niños, es muy importante también trabajar con los padres. Precisamente esta es una ocasión para encontrarse con los padres, haciendo presente la vida de la fe también a los adultos, porque de los niños —me parece— pueden volver a aprender ellos la fe y comprender que esta gran solemnidad sólo tiene sentido, sólo es verdadera y auténtica, si se realiza en el contexto de un camino con Jesús, en el contexto de una vida de fe. Por eso, es preciso convencer a los padres, a través de los niños, de la necesidad de un camino preparatorio, que se manifiesta en la preparación para los misterios y comienza a hacer que se amen estos misterios.
Soy consciente de que esta respuesta es bastante insuficiente, pero la pedagogía de la fe siempre es un camino, y nosotros debemos aceptar las situaciones de hoy, pero también abrirlas a algo más, para que no se limite sólo a un recuerdo exterior de cosas, sino que toque verdaderamente el corazón. En el momento en que quedamos convencidos, el corazón queda tocado, pues ha sentido un poco el amor de Jesús, ha experimentado en cierto modo el deseo de moverse en esta línea y en esta dirección. En ese momento, a mi parecer, podemos decir que hemos hecho una verdadera catequesis. En efecto, la catequesis tiene como finalidad propia llevar la llama del amor de Jesús, aunque sea pequeña, al corazón de los niños y, a través de los niños, a sus padres, abriendo así de nuevo los lugares de la fe en nuestro tiempo.
3 comentarios:
Perfecto planteamiento de la cuestión.Nosotros no somos tan doctos pero si que podemos aportar algo al tema desde nuestra experiencia y vivencia en la capilla, un abrazo y gracias por tu aportación
De nada... cada cual aporta su granito de arena... que es lo bonito :).
Lo que me ha gustado más, es la referencia a que el objetivo de evangelización excede a los propios niños y se extiende a toda la familia.. padres y hermanos.
Un abrazo :)
Me parece muy acertada la respuesta, sobre todo en lo concerniente a los padres. Si ellos no están convencidos lo mas seguro es que esa llamita encendida en los niños se vaya apagando poco a poco. Por eso es tan importante la catequesis a los padres y creo que habría que apoyarla y reforzarla, sobre todo en formación en aquellas personas que humildemente ponemos nuestro granito de arena.
Un abrazo..
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