Háganse limosnas, redímanse los pecados, alégrese el pobre de tu limosna, para que tú te alegres de la de Dios. Necesita el pobre; tú también necesitas; necesita de ti, tú necesitas de Dios. Desprecias al que necesita de ti, y Dios no te despreciará a ti, que necesitas de El. Luego remedia tú la indigencia del pobre, para que Dios colme tu interior (San Agustín. Comentario al Salmo 37,24).
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