Desde la primera evangelización, la transmisión de la fe ha encontrado un lugar natural en la familia. Hoy asistimos a una desvalorización de su papel en este campo. No podemos dar por supuesta la vivencia de la fe en muchos hogares cristianos, con las consecuencias que ello conlleva en la asimilación de la fe por parte de los hijos.
Queremos animar a las familias a ocupar su puesto en la transmisión de la fe, a pesar de las dificultades y crisis.. La nueva evangelización debe ir dirigida de manera primera y prioritaria a la familia.
La iniciación cristiana toma una especial relevancia en la familia, comunidad de vida y amor, por ser donde surge la vida de la persona y ésta es amada por sí misma. Así, el primer fundamento de esta pastoral familiar renovada es la vivencia intensa de la iniciación cristiana.
Los padres apoyan a los hijos y caminan con ellos mientras realizan el aprendizaje de la vida cristiana y entran gozosamente en la comunión de la Iglesia para ser en ella adoradores del Padre y testigos del Dios vivo. La familia, de este modo, se convierte en el primer transmisor de la fe, y ésta crece cuando se vive como consecuencia de un amor que se recibe y se comunica como experiencia de gracia y de gozo.
Así, la familia es el lugar privilegiado donde se realiza la unión de la fe que se piensa con la vida que se vive, a partir del despertar religioso. Cuando la vivencia y experiencia cristiana se ha tenido en la familia, puede que se atraviese por momentos de crisis., pero lo que se ah vivido de niño vuelve a renacer y a tener un peso específico en la fe adulta.
No se puede pensar en una nueva evangelización sin sentirnos responsables del anuncio del Evangelio a las familias y sin ayudarlas en la tarea educativa. La familia está inmersa en un proceso gradual de educación humana y cristiana que permite tener como centro la vocación al amor. A la familia le corresponde el deber grave y el derecho insustituible de educar y cuidar este momento inicial de la vocación al amor de los hijos. Esto se realiza en un ambiente sencillo y normal, el hogar, donde, de una manera natural se va formando la personalidad humana y cristiana de los hijos.
Subcomisión episcopal para la Familia y Defensa de la Vida
-del mensaje para la festividad de la Sagrada Familia, 30 de diciembre-
Remitido por Maximiliano de la Vega. Gracias
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