jueves, 3 de enero de 2013

EL BELÉN NOS CURA DE LA SUPERFICIALIDAD NAVIDEÑA



La Navidad se acerca. Las luces, el arreglo de los escaparates de los comercios y la música que llena las calles son los pregoneros de este gran acontecimiento que ilumina cada año el último tramo de diciembre. Pero, en medio de tanto celofán y ruido, puede quedar oculto, escondido, el misterio de estas fiestas. O peor, nos pueden estar clonando la Navidad. Por fuera parece Navidad, pero el núcleo ya no es la celebración de un Niño que nace en Belén, sino solo felicitaciones protocolarias, abundantes comidas sin sentido, bailes para despedir y acoger años viejos y nuevos, pero sin descubrir la trascendencia del paso del tiempo. Pero cada año hay un antídoto a esta enfermedad que intenta trivializar la Navidad. La vacuna se llama “belén”. Si sabemos contemplarlo, nos recuerda que la Navidad es Dios que, naciendo de una mujer, se hace uno de nosotros, y vive en familia. Nos muestra a un Dios que se hace pequeño, recién nacido, débil y necesitado de protección. 

El belén nos recuerda que Dios, por amor, ha querido estar tan cerca de nosotros que, durante nueve meses, se ha ido formando, tomando carne, en el Seno de la Virgen María. Y ha nacido pobre en un pesebre y se ha puesto al alcance de nuestra mano. El belén que colocamos en nuestros hogares es una llamada a convertir nuestra familia en un belén viviente. María y José serán aquellos que más se entregan al servicio de los demás, aquellos que se desviven para que todos se sientan bien, queridos y valorados. Los pastores serán aquellos que buscan siempre motivos para dar esperanza a los demás. Los Reyes serán aquellos que saben regalar sin esperan nada… El Niño será el más débil de la familia: el recién nacido, el anciano, el enfermo, el abatido, el que no tiene trabajo… Que el belén que ponemos en casa caliente nuestro corazón para poder amar con un amor sin límites. Y así el brillo de nuestra mirada y la alegría de nuestras buenas obras serán la auténtica Estrella de Oriente que introduzca la Navidad en nuestra ciudad. 

 Vicente Martínez Martínez -Vicario Episcopal de Elche
Gracias a Maximiliano de la Vega por enviarnos este texto

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