jueves, 12 de abril de 2012

Ante Dios es incomparablemente mejor mostrarse agradecido por los pequeños dones que ensoberbecerse por los grandes. A quien le agradece lo poco, Dios lo admite a lo mucho; quien, en cambio, no agradece lo mucho, pierde hasta lo que tiene (San Agustín. Sermón 283,3)

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