Mis queridos diocesanos:
El Domingo 26 de junio, Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, se celebra en la Iglesia española el Día de la Caridad.
La fiesta del Corpus Christi ha quedado unida al Día de la Caridad. En esta fiesta, entendemos que no podemos celebrar el Cuerpo de Cristo, que se entrega por nosotros, sin que nos preocupemos eficazmente ese día por nuestros hermanos. La comunión en el cuerpo del Señor lleva consigo la comunicación cristiana de nuestros bienes y la ley de amar a Dios de todo corazón y al prójimo como a sí mismo (cf. Mt 22, 37-40).
1. Presencia verdadera, real y substancial de Cristo
En este día que celebramos de un modo singular la presencia verdadera, real y substancial de Cristo en la Eucaristía, y con San Juan de la Cruz, os invito a cantar: “Qué bien sé yo la fonte que mana y corre aunque es de noche… Aquesta eterna fonte está escondida en este vivo pan por darnos vida aunque es de noche”.
En esta noche oscura en la que ahora vive nuestra sociedad, económica y de paro, que engendra en muchas ocasiones violencia y división, la presencia de Cristo entregado en la Eucaristía nos invita a la reconciliación de los hombres entre sí y con Dios. Separar una cosa de la otra vale tanto como entender o no querer que Cristo se nos hace presente en la Eucaristía con quien se entrega para unirnos en el amor. Aquel que ama a Cristo aislado y separado de sus hermanos los hombres, reniega del Cristo de la Eucaristía. Y podíamos seguir cantando: “Aquesta viva fonte que deseo en este pan de vida yo la veo, aunque es de noche” (San Juan de la Cruz).
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2. Las cosas importantes se hacen con corazón
El lema de este año nos invita a hacer las cosas con corazón. Es decir,realizar gestos gratuitos, humanos, voluntarios y libres que crean una manera nueva de vivir, un estilo de vida evangélica, y para ello es necesario abrir más los ojos.
Entre nosotros hay mucha necesidad de entendimiento y reconciliación. Es preciso, pues, ofrecer nuestra voluntad de concordia antes que nos la pidan. Si no es así, esta situación no tiene salida humana. El miedo de unos a otros es la mayor miseria. Quienes están por la paz y la reconciliación no pueden estarse quietos aguardando a que cesen los odios y violencias. Urge en esta hora difícil salir al encuentro de unos con otros y establecer unas bases de convivencia con corazón. Quien tenga fuerza, que piense que él también necesita ayuda.
3. Fraternidad, solidaridad y compromiso
Jesucristo en la Eucaristía actualiza su entrega en favor nuestro para hacer de nosotros una comunidad de hermanos bajo un mismo Padre: fraternidad, solidaridad y compromiso.
Lo dice claramente la Sagrada Escritura: “El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión del cuerpo de Cristo? Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan” (1 Cor 10, 16-17). Cuando comulgamos, la sangre de Cristo derramada y su cuerpo entregado por nosotros hace de nosotros un sólo cuerpo, una comunidad de hermanos cuya ley y fuerza de cohesión es el amor alumbrado, la entrega de Jesús por nosotros.
4. Necesidad de conversión
Nosotros tenemos hoy, ante la mirada, la presencia real de Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía. Hacemos bien en mantenerla fija ante todo ahí, pues ahí se apoya nuestra esperanza. Pero, exige profunda conversión: entre otras cosas es necesario cambiar de raíz nuestros comportamientos cristianos y hacerlos con corazón. Hay que ponerse en el lugar de los pobres, ofendidos y humillados; que nos acerquemos a los pobres y marginados. Nos exige no sólo que nos preocupemos por los muchos pobres de nuestras comunidades cristianas, sino también que con corazón orientemos nuestros esfuerzos hacia la construcción de una sociedad más fraterna, más justa, más favorecedora de los débiles e indefensos y más solidaria con ellos, y adquirir un mayor compromiso evangélico.
5. Una sociedad con valores es una sociedad con futuro
Una sociedad con valores es una sociedad con futuro. Este es el lema que lleva adelante Cáritas por tercer año consecutivo, para invitarnos a construir un modelo de sociedad basado en valores que favorecen la dignidad de todos los seres humanos. La comunión, la participación, la diversidad, la gratuidad, la fraternidad y el compromiso en hacer las cosas con corazón.
6. Celebración del amor
Os recuerdo que entre otros medios, “Cáritas” es el instrumento puntual para promover el espíritu y la práctica de la caridad en la Iglesia diocesana y en las comunidades pequeñas. “Cáritas” se hará expresiva si nace y se desarrolla en el seno de una comunidad creyente, que vive y da testimonio del mandato nuevo del evangelio “amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13,34). En esta dirección hemos de impulsar la mente y el corazón de los fieles en nuestras comunidades.
Caritas diocesana, animada por este espíritu, está apoyando diversos proyectos contra la situación actual, drogadicción y el paro, y atención a las familias ante la situación económica; proyectos, que no pueden ser realizados por las pequeñas comunidades por razones obvias de carácter económico y técnico, pero que requieren la colaboración de todas ellas, tanto parroquiales como no parroquiales, como testimonio de solidaridad cristiana.
7. Colaboración afectiva y efectiva
Ante la situación actual, ruego, por tanto, que en la predicación, amadísimos sacerdotes, estimuléis a los fieles a colaborar con su aportación económica a la actividad caritativa de la Iglesia diocesana.
Confío en que la ejemplar sensibilidad de los sacerdotes y de los fieles para atender a esta situación de tanta necesidad como están sufriendo muchas personas de nuestra sociedad, sabrá mover la generosidad de todos, sacerdotes, religiosos, religiosas, personas consagradas y fieles cristianos laicos, para ayudar a nuestros hermanos, recordándoles que el amor de Cristo nuestro Señor se identificó con el pobre y necesitado (cf. Mt 25, 31-46).
Que la Santísima Virgen del Rosario y de África, acoja y bendiga a todos los que sufren necesidad o son víctimas de la marginación social, y que por su intercesión nuestras comunidades reciban la gracia de ser signo real de la presencia del amor de Dios, que invita a la fe.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 21 de junio de 2011.
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