Chiclana de la Frontera (Cádiz, España)
miércoles, 24 de noviembre de 2010
Carta Pastoral: ADVIENTO 2010
“Descubrir y ofrecer signos de esperanza”
Mis queridos diocesanos:
Un año más, el Adviento nos va disponiendo con su sentido litúrgico de preparación para celebrar debidamente como cristianos la Navidad del 2010.
1. Adviento, tiempo de esperanza
Considero oportunas las recomendaciones que hace el apóstol San Pablo a los cristianos a que vivamos el espíritu de sobriedad, justicia y piedad (cf. Tit 2,22), aplicándolas a estas fiestas del Nacimiento del Señor, en las que con frecuencia se observan excesos consumistas y alienaciones que desfiguran su auténtica significación cristiana, es decir, hay que ser austeros y compartir lo que tenemos con los demás.
No obstante, sin olvidar la recomendación del Apóstol, el Adviento es esencialmente un tiempo de esperanza, la cual va creciendo en intensidad a medida que avanzan los días hacia la Navidad, y estalla en una eclosión de gozo junto al portal de Belén, cuna del niño Jesús. La celebración de este acontecimiento trascendental del cristianismo no debe quedarse en algazara y vacío interior, sino que debe estimular en nuestro corazón y en nuestros labios una gozosa acción de gracias, al tiempo que debe vivificar nuestra esperanza.
(Seguir leyendo..)Un año más, el Adviento nos va disponiendo con su sentido litúrgico de preparación para celebrar debidamente como cristianos la Navidad del 2010.
1. Adviento, tiempo de esperanza
Considero oportunas las recomendaciones que hace el apóstol San Pablo a los cristianos a que vivamos el espíritu de sobriedad, justicia y piedad (cf. Tit 2,22), aplicándolas a estas fiestas del Nacimiento del Señor, en las que con frecuencia se observan excesos consumistas y alienaciones que desfiguran su auténtica significación cristiana, es decir, hay que ser austeros y compartir lo que tenemos con los demás.
No obstante, sin olvidar la recomendación del Apóstol, el Adviento es esencialmente un tiempo de esperanza, la cual va creciendo en intensidad a medida que avanzan los días hacia la Navidad, y estalla en una eclosión de gozo junto al portal de Belén, cuna del niño Jesús. La celebración de este acontecimiento trascendental del cristianismo no debe quedarse en algazara y vacío interior, sino que debe estimular en nuestro corazón y en nuestros labios una gozosa acción de gracias, al tiempo que debe vivificar nuestra esperanza.
2. Para muchos la esperanza se ha convertido en desilusión
La situación económica y de paro creíamos que iba a ser pasajera, pero por desgracia, no ha sido así. Para muchos la esperanza se ha convertido pronto en desilusión, y los datos están ahí y nadie los niega. Los pobres ya no solo se encuentran en el tercer mundo, existen también entre nosotros: más de ocho millones de pobres, casi los cuatro millones y medio de personas en el paro, y últimamente se afirma que de cada cuatro niños en España uno sufre los efectos de la pobreza. Ante esta realidad es necesario despertar del sueño o, lo que es peor, parece que nuestras conciencias están anestesiadas. Hay que reconocer que la Iglesia, los cristianos y la sociedad, estamos dando respuestas, pero la verdad es que no está siendo tan fácil. Este tiempo de Adviento es necesario descubrir y ofrecer signos de esperanza.
3. Jesucristo, nuestra esperanza
Cristo Jesús, nuestra esperanza (Tim 1,1). Él es el Hijo de Dios que se hizo hombre como nosotros, murió como nosotros y por nosotros, resucitó como primogénito de la humanidad y primicia de la futura resurrección de todos los hombres (cf. Rm 8,29; 1 Cor 15,20-23).
Nuestra esperanza cristiana tiene su fundamento inquebrantable en este acontecimiento de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Nuestra incorporación al misterio pascual de Cristo es la garantía de nuestra salvación.
Jesucristo es para nosotros, los creyentes, cumplimiento y promesa. Por una parte todas las promesas han obtenido en Cristo el sí de Dios, el Amén absoluto de Dios a nuestra salvación (cf. 2 Cor 1,20). Pero Jesucristo no es sólo el que con su venida ha realizado, ha dado cumplimiento a las promesas de salvación; es también el que vino, viene y el que ha de venir, el que ha de llevar a plenitud definitiva lo que ahora es sólo comienzo y anticipación.
Nuestra esperanza cristiana tiene su fundamento en el amor inmenso de Dios manifestado en Cristo. Pero es la presencia dinámica del Espíritu Santo la que hace surgir la esperanza en el corazón del creyente (cf. Rm 8,23-27). Solamente el Espíritu suscita y sostiene nuestra esperanza en Cristo, creando en nosotros la actitud de confianza filial en el Padre, quien en la resurrección de Cristo nos ha prometido la salvación (cf. Gál 4,6-7).
Nuestra esperanza cristiana no es consecuencia de un optimismo congénito o producido por acontecimientos coyunturales, no es sueño de utopía, es creación del Espíritu en nuestros corazones. Por eso pido para todos vosotros, con San Pablo, que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo (Rm 15,13).
4. La Iglesia, sacramento de esperanza
La Iglesia se presenta, desde sus comienzos, como comunidad de los que creen en Jesús, el Cristo, y esperan la manifestación definitiva de la gloria al final de los tiempos. Los cristianos estamos unidos en la solidaridad de una misma esperanza. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como habéis sido llamados a una sola esperanza: la de vuestra vocación (Ef 4,4). Somos el pueblo de Dios, el nuevo Israel, en éxodo de esperanza, como comunidad peregrinante hacia el futuro de su plenitud escatológica.
Por eso, la Iglesia debe vivir su propia existencia en la esperanza. No puede confiar en sí misma, en la fuerza de sus instituciones o su poder en el mundo, sino sólo en la promesa indefectible de Dios en Cristo. En la medida en que su esperanza se debilita, la Iglesia corre el peligro de caer en el inmovilismo, de ceder a la tentación de establecerse en las posiciones ya adquiridas, de buscar seguridad. Porque vivir en la esperanza supone apertura, disponibilidad permanente al futuro imprevisible que Dios va deparando a su Iglesia a través de la historia con el fin de purificarla y renovarla.
Solo si la Iglesia vive en la esperanza, si constituye realmente una comunidad de hombres esperanzados, podrá ser signo eficaz, sacramento de esperanza para el mundo. La Iglesia es fuente de esperanza cuando anuncia y anticipa el Reino de Dios, no cuando aprueba el estado actual de las cosas en el mundo.
5. La persona sin esperanza es una persona sin futuro
En unos momentos históricos propensos al desencanto, a la decepción, a la pasividad y tal vez a la misma desesperación, porque el porvenir de la humanidad se presenta ante nosotros no sólo complejo sino casi insoluble, me parece oportuno que una inyección de esperanza es de absoluta necesidad para seguir viviendo con un mínimo de dinamismo vital, imprescindible para enfrentarnos a los difíciles retos que se nos presentan. La persona sin esperanza es una persona sin futuro, y la persona sin futuro jamás construye positivamente la sociedad.
6. Suscitar la esperanza ajena es renacer a la propia esperanza
Los integrantes del mundo desarrollado, podemos recobrar la esperanza en nosotros mismos precisamente al comprobar que somos capaces de luchar por la justicia, que engendra paz y libertad. Tengo la convicción de que la pérdida de futuro hunde sus raíces en esta otra pérdida de esperanza en nuestras propias responsabilidades éticas: conocemos el peligro, en plena explosión de la sociedad consumista, de sentirnos amargamente frustrados por la incapacidad de emprender acciones generosas fraternales, que nos saquen del egoísmo ambiental y cotidiano. Ayudar a los demás es ayudarnos a nosotros mismos. Suscitar la esperanza ajena es renacer a la propia esperanza. Humanizar al prójimo es humanizar nuestra propia sociedad.
7. Abrigar la invencible esperanza
Existen motivos que permiten alentar un moderado pero real optimismo. Debemos, pues, mirar la situación actual con cierto optimismo.
La esperanza cristiana tiene como característica la certeza de alcanzar el bien definitivo. La vida presente es un tiempo de gracia. Considero que, mientras duran las pruebas de esta vida, mientras nos agobian las dificultades económicas y de paro, es necesario, por una parte, que asumamos la realidad dolorosa y preocupante con entereza, y por otra, que descubramos la providencia de Dios, el paso del Señor que puede estar engendrando en el dolor tiempos nuevos.
Desde luego, el timón de la historia está en las manos de Dios y podemos estar seguros de que todo coopera al bien de los que aman a Dios (Rom 8,28). Mantengamos nuestro ánimo en aquella confianza que sabe que vuestra fe probada produce la paciencia (St 1,3), y abriguemos la invencible esperanza.
8. Preparar los caminos
Nuestra esperanza cristiana no es pasividad. Es preciso que las conciencias anestesiadas despierten del sueño. Alegraos siempre en el Señor... no os agobiéis por nada (cf. Flp 4,4-6). Rectifiquemos lo torcido: Salgamos de nosotros mismos y quitemos los egoísmos que nos estorban, los odios, los pesimismos, las desconfianzas y los letargos perezosos. Purifiquemos el corazón con dignos frutos de penitencia. Abramos sendas a la misma esperanza. Sobre todo, abramos el corazón y los brazos a nuestros hermanos; nunca tan oportuno como en esta Navidad del 2010 que recibir y amar a Cristo en el pobre, perdonar al enemigo en la paz que nos pregona el ángel y amar fraternalmente a todos en nuestro hermano mayor, Jesucristo el Señor.
Uno mi voz, una vez más, a la del Santo Padre Benedicto XVI, y os exhorto a resolver los grandísimos problemas de la hora presente, y a colaborar y prestar recursos humanos y económicos, y a la oración cristiana, a fin de ofrecer signos de esperanza.
Que Santa María, la Virgen de la Esperanza que camina hacia Belén, nos enseñe a esperar contra toda esperanza.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 19 de noviembre de 2010.
La situación económica y de paro creíamos que iba a ser pasajera, pero por desgracia, no ha sido así. Para muchos la esperanza se ha convertido pronto en desilusión, y los datos están ahí y nadie los niega. Los pobres ya no solo se encuentran en el tercer mundo, existen también entre nosotros: más de ocho millones de pobres, casi los cuatro millones y medio de personas en el paro, y últimamente se afirma que de cada cuatro niños en España uno sufre los efectos de la pobreza. Ante esta realidad es necesario despertar del sueño o, lo que es peor, parece que nuestras conciencias están anestesiadas. Hay que reconocer que la Iglesia, los cristianos y la sociedad, estamos dando respuestas, pero la verdad es que no está siendo tan fácil. Este tiempo de Adviento es necesario descubrir y ofrecer signos de esperanza.
3. Jesucristo, nuestra esperanza
Cristo Jesús, nuestra esperanza (Tim 1,1). Él es el Hijo de Dios que se hizo hombre como nosotros, murió como nosotros y por nosotros, resucitó como primogénito de la humanidad y primicia de la futura resurrección de todos los hombres (cf. Rm 8,29; 1 Cor 15,20-23).
Nuestra esperanza cristiana tiene su fundamento inquebrantable en este acontecimiento de la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Nuestra incorporación al misterio pascual de Cristo es la garantía de nuestra salvación.
Jesucristo es para nosotros, los creyentes, cumplimiento y promesa. Por una parte todas las promesas han obtenido en Cristo el sí de Dios, el Amén absoluto de Dios a nuestra salvación (cf. 2 Cor 1,20). Pero Jesucristo no es sólo el que con su venida ha realizado, ha dado cumplimiento a las promesas de salvación; es también el que vino, viene y el que ha de venir, el que ha de llevar a plenitud definitiva lo que ahora es sólo comienzo y anticipación.
Nuestra esperanza cristiana tiene su fundamento en el amor inmenso de Dios manifestado en Cristo. Pero es la presencia dinámica del Espíritu Santo la que hace surgir la esperanza en el corazón del creyente (cf. Rm 8,23-27). Solamente el Espíritu suscita y sostiene nuestra esperanza en Cristo, creando en nosotros la actitud de confianza filial en el Padre, quien en la resurrección de Cristo nos ha prometido la salvación (cf. Gál 4,6-7).
Nuestra esperanza cristiana no es consecuencia de un optimismo congénito o producido por acontecimientos coyunturales, no es sueño de utopía, es creación del Espíritu en nuestros corazones. Por eso pido para todos vosotros, con San Pablo, que el Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebosar de esperanza por la fuerza del Espíritu Santo (Rm 15,13).
4. La Iglesia, sacramento de esperanza
La Iglesia se presenta, desde sus comienzos, como comunidad de los que creen en Jesús, el Cristo, y esperan la manifestación definitiva de la gloria al final de los tiempos. Los cristianos estamos unidos en la solidaridad de una misma esperanza. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como habéis sido llamados a una sola esperanza: la de vuestra vocación (Ef 4,4). Somos el pueblo de Dios, el nuevo Israel, en éxodo de esperanza, como comunidad peregrinante hacia el futuro de su plenitud escatológica.
Por eso, la Iglesia debe vivir su propia existencia en la esperanza. No puede confiar en sí misma, en la fuerza de sus instituciones o su poder en el mundo, sino sólo en la promesa indefectible de Dios en Cristo. En la medida en que su esperanza se debilita, la Iglesia corre el peligro de caer en el inmovilismo, de ceder a la tentación de establecerse en las posiciones ya adquiridas, de buscar seguridad. Porque vivir en la esperanza supone apertura, disponibilidad permanente al futuro imprevisible que Dios va deparando a su Iglesia a través de la historia con el fin de purificarla y renovarla.
Solo si la Iglesia vive en la esperanza, si constituye realmente una comunidad de hombres esperanzados, podrá ser signo eficaz, sacramento de esperanza para el mundo. La Iglesia es fuente de esperanza cuando anuncia y anticipa el Reino de Dios, no cuando aprueba el estado actual de las cosas en el mundo.
5. La persona sin esperanza es una persona sin futuro
En unos momentos históricos propensos al desencanto, a la decepción, a la pasividad y tal vez a la misma desesperación, porque el porvenir de la humanidad se presenta ante nosotros no sólo complejo sino casi insoluble, me parece oportuno que una inyección de esperanza es de absoluta necesidad para seguir viviendo con un mínimo de dinamismo vital, imprescindible para enfrentarnos a los difíciles retos que se nos presentan. La persona sin esperanza es una persona sin futuro, y la persona sin futuro jamás construye positivamente la sociedad.
6. Suscitar la esperanza ajena es renacer a la propia esperanza
Los integrantes del mundo desarrollado, podemos recobrar la esperanza en nosotros mismos precisamente al comprobar que somos capaces de luchar por la justicia, que engendra paz y libertad. Tengo la convicción de que la pérdida de futuro hunde sus raíces en esta otra pérdida de esperanza en nuestras propias responsabilidades éticas: conocemos el peligro, en plena explosión de la sociedad consumista, de sentirnos amargamente frustrados por la incapacidad de emprender acciones generosas fraternales, que nos saquen del egoísmo ambiental y cotidiano. Ayudar a los demás es ayudarnos a nosotros mismos. Suscitar la esperanza ajena es renacer a la propia esperanza. Humanizar al prójimo es humanizar nuestra propia sociedad.
7. Abrigar la invencible esperanza
Existen motivos que permiten alentar un moderado pero real optimismo. Debemos, pues, mirar la situación actual con cierto optimismo.
La esperanza cristiana tiene como característica la certeza de alcanzar el bien definitivo. La vida presente es un tiempo de gracia. Considero que, mientras duran las pruebas de esta vida, mientras nos agobian las dificultades económicas y de paro, es necesario, por una parte, que asumamos la realidad dolorosa y preocupante con entereza, y por otra, que descubramos la providencia de Dios, el paso del Señor que puede estar engendrando en el dolor tiempos nuevos.
Desde luego, el timón de la historia está en las manos de Dios y podemos estar seguros de que todo coopera al bien de los que aman a Dios (Rom 8,28). Mantengamos nuestro ánimo en aquella confianza que sabe que vuestra fe probada produce la paciencia (St 1,3), y abriguemos la invencible esperanza.
8. Preparar los caminos
Nuestra esperanza cristiana no es pasividad. Es preciso que las conciencias anestesiadas despierten del sueño. Alegraos siempre en el Señor... no os agobiéis por nada (cf. Flp 4,4-6). Rectifiquemos lo torcido: Salgamos de nosotros mismos y quitemos los egoísmos que nos estorban, los odios, los pesimismos, las desconfianzas y los letargos perezosos. Purifiquemos el corazón con dignos frutos de penitencia. Abramos sendas a la misma esperanza. Sobre todo, abramos el corazón y los brazos a nuestros hermanos; nunca tan oportuno como en esta Navidad del 2010 que recibir y amar a Cristo en el pobre, perdonar al enemigo en la paz que nos pregona el ángel y amar fraternalmente a todos en nuestro hermano mayor, Jesucristo el Señor.
Uno mi voz, una vez más, a la del Santo Padre Benedicto XVI, y os exhorto a resolver los grandísimos problemas de la hora presente, y a colaborar y prestar recursos humanos y económicos, y a la oración cristiana, a fin de ofrecer signos de esperanza.
Que Santa María, la Virgen de la Esperanza que camina hacia Belén, nos enseñe a esperar contra toda esperanza.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz, 19 de noviembre de 2010.
domingo, 21 de noviembre de 2010
Misa clausura semana de la familia
Este fin de semana celebramos en nuestra Parroquia la misa con ocasion de la clausura de la semana de la familia, la asistencia de niños fué como siempre extraordinaria, al final de la Eucaristia, se le entregaron a los niños, unos globos con la letra F de familia y se soltaron a la salida de la Capilla con natural regocijo de niños y mayores como lo demuestran las fotos que adjuntamos, gracias al Padre Santi por la idea.
jueves, 18 de noviembre de 2010
domingo, 14 de noviembre de 2010
Grupos de Postcomunión
Este año, dado el número de inscritos, se han realizado dos grupos de postcomunión, lo que resulta todo un éxito. El P. Santi suele decir que estos grupos son ña joya de la Parroquia y no falta razón. Indican la continuidad y el compromiso de seguir adelante con la formación y la amistad.
Pero la actividad en estos grupos no cesa. Llega el Adviento y hay muchas cosas y comentar, entender y vivir juntos. Y...como la Navidad está a la vuelta de la esquina, empezarán muy pronto a preparar el villancico que presentarán en el recital.
Reciban un cariñoso saludo sus catequistas, Faly y Mamen.
Pero la actividad en estos grupos no cesa. Llega el Adviento y hay muchas cosas y comentar, entender y vivir juntos. Y...como la Navidad está a la vuelta de la esquina, empezarán muy pronto a preparar el villancico que presentarán en el recital.
Reciban un cariñoso saludo sus catequistas, Faly y Mamen.
sábado, 13 de noviembre de 2010
Concierto en la Capilla
Con una buena asistencia de público, se celebró en nuestra parroquia el día 6 de noviembre, un concierto de piano, violines y violas a cargo de los alunnos del conservatorio de música de chiclana, David Navarrete, Rafa Rodríguez, Alberto Rodríguez, Abigail Prián y la benjamina del grupo con tan solo 7 años Andrea Rodríguez, con los profesores Hugo Martínez y Mónica García el frente de ellos, al éxito de público hay que sumarle el artistico, reflejado en los aplausos que recibieron de parte de los asistentes, la recaudación de este concierto irá destinada a los proyectos que los Agustinos Recoletos tienen en Sierra Leona, el precio de las entradas fué de 3 € , desde aquí damos las gracias al Padre Santi por las facilidades que hemos tenidos a la hora de organizar este concierto.
viernes, 12 de noviembre de 2010
XXXII - SEMANA DE LA FAMILIA
Fechas: del 14 al 21 de Noviembre de 2010
MOTIVACIONES Y REFLEXIONES Semana de la Familia 2010
OBJETIVOS PRIORITARIOS:
- La Semana de la Familia pretende ayudar a que las familias de la Diócesis renueven sus compromisos en el espacio Eclesial y Social.
- La Semana de la Familia fomenta la participación de las familias en la vida parroquial ayudándolas a programar actos específicos relacionados con la familia.
- La Semana de la Familia promueve la animación en la Diócesis de los grupos de matrimonios Parroquiales, miembros de los Movimientos y todas las familias para participar en las actividades de Pastoral Familiar
- Invitar a todas las familias para reunirse y reflexionar en torno a temas que le son propios.
- La Semana de la Familia ayuda a analizar los elementos que deben ser la base de la familia de hoy y potencia caminos e iniciativas que den a la familia un protagonismo efectivo tanto en el espacio social como religioso.
- La Semana de la Familia es una convocatoria de encuentros de familias que sienten la necesidad de formarse y de unir sus esfuerzos buscando ayuda a sus problemas e inquietudes para el desarrollo de su misión.
- La Semana de la Familia promueve la sensibilización de las familias sobre “su” importancia en el mundo actual.
- La Semana de la Familia es una actividad que trata de convocar a las familias para a ayudar a sus miembros a reflexionar sobre su misión en la sociedad y en la Iglesia, potenciando sus valores.
- La Semana de la Familia pretende ayudar a clarificar los elementos que deben ser la base de la familia hoy y potenciar caminos e iniciativas que den a la familia su protagonismo efectivo en una situación de confusión de valores.
- La Semana de la Familia es una convocatoria de “encuentro” de familias que pretenden formarse y unir sus esfuerzos buscando ayuda a sus problemas e inquietudes para el desarrolla de su misión.
REFLEXIONES
1.- La Semana de la Familia trata de que la familia adquiera protagonismo de “sí misma” y en el “conjunto de la sociedad”.
2.- La familia, tan importante para todos, no actúa como elemento sociológico influyente en el marco de la marcha de la sociedad. Está siempre en actitud pasiva, recibiendo los impactos de las manipulaciones externas, sin tener criterio y voz propia.
3.- Los medios de comunicación utilizan a la familia como un elemento de consumo, alguien receptor de mensajes pero no como “motor y promotor de vida social y de mensajes coherentes con su valor como institución social”.
4.- Las familias deben de hacerse conscientes de su situación y organizarse para promover la realización de sus expectativas. Deben organizarse como colectivo social para exigir con libertad sus propios deseos y aspiraciones.
5.- La familia debe convertirse en el “centro y el corazón de la civilización del amor” (Carta a las Familias 1994. Juan Pablo II)
6.-En la familia se viven y desarrollan valores capaces de transformar una sociedad. ¿Tememos conciencia de esto?
7.- El sentido de la VIDA es uno de los valores fundamentales que transmite la familia a sus miembros, desde el nacimiento hasta la ancianidad, y por lo mismo a la sociedad.
8.- Valores como la amistad, la fidelidad, el respeto, la veracidad, el amor, la entrega, la generosidad, el sacrificio, la constancia, la austeridad, la religiosidad y el sentido evangélico son cultivados en la convivencia familiar sin más instrucción que el acompañamiento continuo entre los padres y los hijos.
9.- La familia está soportando la mayor parte de las dificultades derivadas de la enfermedad, la marginación, la pobreza, la drogadicción, etc. en la que está inmersa nuestra sociedad.
10.- La familia debe educar a sus miembros en la austeridad y en la solidaridad con los más necesitados o marginados, enfermos crónicos, ancianos, descalificados de la sociedad, toxicómanos, abandono de niños… La Semana de la Familia no sólo constata estos hechos sino que anima y aglutina esfuerzos de los participantes en la misma para afrontar estos problemas sociales con los que la familia se encuentra comprometida.
11.- La familia está soportando, sin grandes ayudas, las consecuencias del paro, la falta de trabajo de sus miembros y especialmente los más jóvenes, el desprestigio de la fidelidad o de la sexualidad equilibrada, los abusos a menores, el deterioro de las relaciones estables, la trivialización de los sentimientos y el amor, la descalificación del trabajo de la mujer en casa o la dedicación a la educación de los hijos, etc…
12.- Ayudar a que las FAMILIAS reflexionen, tomen conciencia de “sí misma” y de la gran importancia que tienen en la sociedad.
13.- La Semana e la Familia desea llegar al mundo juvenil de forma que consigan preguntarse sobre su familia y reflexionen sobre el valor de la misma.
14.- La Semana de la Familia tiene también como objetivo que los jóvenes se sientan responsables de sus familia, se incorporen al protagonismo que les corresponde en las mismas y la estimen como una vivencia donde su comportamiento sea creativo.
LEMA: “DANDO A LA FAMILIA SU VALOR”
1.- Una familia que prepara a sus miembros para la creatividad.
2.- Una familia que no se entienda sólo como refugio para defenderse.
3.- Una familia que sea base de lanzamiento de sus miembros para conducir a la sociedad hacia valores humanos creativos.
4.- Una familia que ante las prácticas del consumismo egoísta se plantee la necesidad de compartir.
5.- Una familia que ante la violencia sepa buscar caminos de diálogo, de aproximación a los agredidos y más necesitados.
6.- Una familia que ante las múltiples expresiones del placer por el placer sepa acercarse a los que sufren, a los que todo el mundo abandona.
7.- Una familia que no finge lo que es porque valora la verdad como condición indispensable para ser libres.
8.- Una familia que ante la guerra y la discordia como medio de autoafirmación prefiere hacer de la familia una escuela de perdón y reconciliación donde se aprenda el valor de la paz.
9.- Una familia donde los ideales son un compromiso por los que se debe luchar con fidelidad.
10.- Una familia comprometida en dar lo que tiene en su interior a la sociedad participando de forma activa en la misma para conseguir mejorarla.
11- Una familia que da al amor el valor máximo de la relación entre sus miembros.
12.- Una familia que da a las cosas su valor sin caer en el relativismo moral.
13.- Una familia transmisora de la fe y de valores cristianos como generadores de vida.
14.- Una familia que genera confianza a sus miembros.
15.- Una familia que celebra sus fiestas como estimulantes de su comunidad.
16.- Una familia que participa en la vida de la Iglesia como miembro de una comunidad.
17.- Una familia que mantiene un compromiso en ayudar a los más necesitados.
18.- Una familia que busca el bien común y participa conscientemente en la política.
19.- Una familia que lucha por mantenerse unida superando las diferencias entre sus miembros.
20.- Una familia que defienda el “valor de la vida” como algo prioritario.
21.- Una familia que busca en la Palabra su camino de realización.
22.- Una familia que busca en la oración su fortaleza ante las dificultades.
23.- Una familia que busca en la oración su forma de dar gracias a Dios
martes, 9 de noviembre de 2010
domingo, 7 de noviembre de 2010
MARAVILLOSO CONCIERTO EN BENEFICIO DE SIERRA LEONA
Ayer, sabado 6 de noviembre, vivimos en nuestra parroquia un gran concierto, maravilloso, empezando por la más pequeña, Andrea de 7 años, pasando por Alberto, Abigail, Rafa y David.
Nos entusiasmaron con sus violas. Estuvieron acompañados de sus profesores Mónica y Hugo. Como broche final nuestros queridos amigos Mónica y Hugo nos deleitaron con unos preciosos temas.
Para este evento se vendieron 200 entradas. Muchas gracias por vuestra colaboración y asistencia.
Un abrazo a estas grandes promesas y a Hugo y Mónica.
El próximo concierto de carácter navideño será el 4 de diciembre.
viernes, 5 de noviembre de 2010
Carta Pastoral: XXXII SEMANA DE LA FAMILIA
“Dando a la Familia su valor”
Un año más celebramos la Semana de la Familia. Es esta una convocatoria amplia en la Diócesis de Cádiz y Ceuta que hacemos para todas las familias de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, un encuentro singular, una plataforma para el diálogo y la reflexión sobre la situación actual en la que se encuentra la familia, sus necesidades y sus proyectos, los problemas actuales que preocupan al desarrollo de la familia y cada uno de sus miembros.
Este año “la Familia” ocupa un lugar “especial” en la Jornada Mundial de la Juventud, dado que las familias de la Diócesis acogerán a unos 8.000 mil jóvenes de los cinco continentes que vendrán a visitarnos y estarán con nosotros durante cinco días.
Este año “la Familia” ocupa un lugar “especial” en la Jornada Mundial de la Juventud, dado que las familias de la Diócesis acogerán a unos 8.000 mil jóvenes de los cinco continentes que vendrán a visitarnos y estarán con nosotros durante cinco días.
(Seguir leyendo..)
1. Dando a la Familia su valor
Permitidme que un año más os invite a participar en la XXXII Semana de la Familia que tendrá lugar durante los días 14 al 21 de noviembre de 2010, y cuyo lema es el siguiente: “Dando a la Familia su valor”. Es decir, demos a la familia el valor que ella misma tiene. Considero que este esfuerzo por valorar a la familia tiene pleno sentido en el momento actual en el que se percibe con fuerza especialísima el maltrato que se está dando a todo lo que se refiere a la familia, pretendiendo incluso destruirla.
2. El mejor seguro es la familia
Las dificultades económicas evidencian la importancia de la unidad familiar. Ante la trascendente situación económica y de paro que estamos padeciendo, el mejor seguro es la familia. Ni el subsidio de desempleo, ni los recursos del Inem, ni los ahorros que quedan en la cuenta corriente son ya suficientes. Todos conocemos matrimonios que crecen en la adversidad: padres que pagan los recibos de sus hijos; hijos que financian los gastos de los padres. Y, a pesar de que las políticas familiares en España son prácticamente nulas, los expertos avisan que para recuperar moral y económicamente a un país, las Administraciones públicas tienen que empezar, por ayudar a la familia... Hay que invertir en familia, porque es la que construye el futuro.
3. Los jóvenes valoran la familia
Los jóvenes del siglo XXI son los primeros en valorar a la familia. La familia es la primera escuela de humanidad, la que nos da la primera experiencia de la realidad personal e interpersonal, la que nos enseña a vivir y a convivir, la que nos descubre la bondad de Dios y la bondad de la vida en la que estamos situados por amor, desde ahí todo es posible. Sin eso es muy difícil alcanzar una normalidad personal y religiosa. La familia acoge al joven en todas las circunstancias del desarrollo de su vida.
4. El futuro de la sociedad y de la Iglesia está en la familia
El Papa Juan Pablo II, teniendo presente la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, valora la familia diciendo: “En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculada al bien de la familia (cf. GS 47), siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designo de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y del mismo Pueblo de Dios” (Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, 1981, n.3).
5. La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la Trinidad
La familia es misterio, pertenece a la hondura del ser humano y personal. Forma parte de la naturaleza del hombre, de su estructura de humanidad, eslabón de continuidad, plataforma de crecimiento personal.
La revelación descubre y promueve lo que está inscrito o iniciado en la naturaleza del hombre. Jesús nos dice lo que somos, nos enseña y ayuda a llegar a ser lo que podemos ser. También en el matrimonio y en la familia.
El modelo originario de la familia hay que buscarlo en Dios, en el misterio trinitario de la vida divina. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo” (CIC, n. 2205).
6. Vale la pena trabajar por la familia y valorarla
La familia es el fruto y el origen permanente de la “civilización del amor” (cf. Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 1994, n. 13).
En la familia cada uno es aceptado y querido en lo que es y por lo que es o puede ser. El amor es el vínculo esencial de la familia. Ninguna otra sociedad se constituye por amor como la familia desde el origen y la raíz del matrimonio. Por eso en la familia todo es importante y la persona es atendida y ayudada en todas sus circunstancias, nacimiento y muerte, soledad y enfermedad, infancia y madurez.
Ninguna otra sociedad puede pretender ser tan importante para la persona como la familia. Es más, ninguna sociedad puede ni debe intervenir en la vida personal allí donde llega la familia. En lo que la familia es autosuficiente nadie puede intervenir ni tiene autoridad para hacerlo.
El respeto a esta soberanía original de la familia puede ser un punto de partida para la construcción de una sociedad diferente, más democrática y más justa, más respetuosa con los derechos de la persona, menos burocrática, menos intervencionista, más descentralizada y más feliz.
Vale la pena trabajar para que la familia sea reconocida como sociedad primordial, verdadero sujeto comunitario, realmente “soberana” (cf. Ibíd., n. 17).
La Sagrada Familia refleja el amor hermoso dado por Dios a los hombres en sus diferentes formas, por eso es modelo, icono, principio de todas las familias santas.
El Beato Juan XXIII al cumplir los cincuenta años escribía esta carta a sus padres: “Queridos papá y mamá, he estado en muchos sitios, he visto muchas cosas, pero ninguna escuela me ha enseñado tanto como lo que me enseñasteis vosotros cuando me teníais en vuestros brazos”. La experiencia fundante de la visión de la vida, de la configuración de nuestras actitudes profundas ante la vida, ante los demás y ante Dios.
7. Invitación y exhortación
Os exhorto, queridos diocesanos, a que sigáis realizando este esfuerzo de valoración de la familia. Os invito a vosotros jóvenes y a vosotros sacerdotes, mis fieles colaboradores, a los religiosos, religiosas, personas consagradas, vírgenes consagradas, diáconos, seminaristas, laicos y miembros de movimientos familiares a participar activamente en esta XXXII Semana de la Familia y a pedir al Señor por los esfuerzos, que en nuestra Diócesis, estamos llevando a cabo sobre la familia.
Que la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, sea nuestro modelo y nos acompañe ahora y siempre.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz , 31 de octubre de 2010.
2. El mejor seguro es la familia
Las dificultades económicas evidencian la importancia de la unidad familiar. Ante la trascendente situación económica y de paro que estamos padeciendo, el mejor seguro es la familia. Ni el subsidio de desempleo, ni los recursos del Inem, ni los ahorros que quedan en la cuenta corriente son ya suficientes. Todos conocemos matrimonios que crecen en la adversidad: padres que pagan los recibos de sus hijos; hijos que financian los gastos de los padres. Y, a pesar de que las políticas familiares en España son prácticamente nulas, los expertos avisan que para recuperar moral y económicamente a un país, las Administraciones públicas tienen que empezar, por ayudar a la familia... Hay que invertir en familia, porque es la que construye el futuro.
3. Los jóvenes valoran la familia
Los jóvenes del siglo XXI son los primeros en valorar a la familia. La familia es la primera escuela de humanidad, la que nos da la primera experiencia de la realidad personal e interpersonal, la que nos enseña a vivir y a convivir, la que nos descubre la bondad de Dios y la bondad de la vida en la que estamos situados por amor, desde ahí todo es posible. Sin eso es muy difícil alcanzar una normalidad personal y religiosa. La familia acoge al joven en todas las circunstancias del desarrollo de su vida.
4. El futuro de la sociedad y de la Iglesia está en la familia
El Papa Juan Pablo II, teniendo presente la constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et spes, valora la familia diciendo: “En un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad y de sí misma está profundamente vinculada al bien de la familia (cf. GS 47), siente de manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designo de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la sociedad y del mismo Pueblo de Dios” (Exhortación Apostólica Familiaris Consortio, 1981, n.3).
5. La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la Trinidad
La familia es misterio, pertenece a la hondura del ser humano y personal. Forma parte de la naturaleza del hombre, de su estructura de humanidad, eslabón de continuidad, plataforma de crecimiento personal.
La revelación descubre y promueve lo que está inscrito o iniciado en la naturaleza del hombre. Jesús nos dice lo que somos, nos enseña y ayuda a llegar a ser lo que podemos ser. También en el matrimonio y en la familia.
El modelo originario de la familia hay que buscarlo en Dios, en el misterio trinitario de la vida divina. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo” (CIC, n. 2205).
6. Vale la pena trabajar por la familia y valorarla
La familia es el fruto y el origen permanente de la “civilización del amor” (cf. Juan Pablo II, Carta a las familias Gratissimam sane, 1994, n. 13).
En la familia cada uno es aceptado y querido en lo que es y por lo que es o puede ser. El amor es el vínculo esencial de la familia. Ninguna otra sociedad se constituye por amor como la familia desde el origen y la raíz del matrimonio. Por eso en la familia todo es importante y la persona es atendida y ayudada en todas sus circunstancias, nacimiento y muerte, soledad y enfermedad, infancia y madurez.
Ninguna otra sociedad puede pretender ser tan importante para la persona como la familia. Es más, ninguna sociedad puede ni debe intervenir en la vida personal allí donde llega la familia. En lo que la familia es autosuficiente nadie puede intervenir ni tiene autoridad para hacerlo.
El respeto a esta soberanía original de la familia puede ser un punto de partida para la construcción de una sociedad diferente, más democrática y más justa, más respetuosa con los derechos de la persona, menos burocrática, menos intervencionista, más descentralizada y más feliz.
Vale la pena trabajar para que la familia sea reconocida como sociedad primordial, verdadero sujeto comunitario, realmente “soberana” (cf. Ibíd., n. 17).
La Sagrada Familia refleja el amor hermoso dado por Dios a los hombres en sus diferentes formas, por eso es modelo, icono, principio de todas las familias santas.
El Beato Juan XXIII al cumplir los cincuenta años escribía esta carta a sus padres: “Queridos papá y mamá, he estado en muchos sitios, he visto muchas cosas, pero ninguna escuela me ha enseñado tanto como lo que me enseñasteis vosotros cuando me teníais en vuestros brazos”. La experiencia fundante de la visión de la vida, de la configuración de nuestras actitudes profundas ante la vida, ante los demás y ante Dios.
7. Invitación y exhortación
Os exhorto, queridos diocesanos, a que sigáis realizando este esfuerzo de valoración de la familia. Os invito a vosotros jóvenes y a vosotros sacerdotes, mis fieles colaboradores, a los religiosos, religiosas, personas consagradas, vírgenes consagradas, diáconos, seminaristas, laicos y miembros de movimientos familiares a participar activamente en esta XXXII Semana de la Familia y a pedir al Señor por los esfuerzos, que en nuestra Diócesis, estamos llevando a cabo sobre la familia.
Que la Sagrada Familia de Nazaret, Jesús, María y José, sea nuestro modelo y nos acompañe ahora y siempre.
Reza por vosotros, os quiere y bendice,
+ Antonio Ceballos Atienza
Obispo de Cádiz y Ceuta
Cádiz , 31 de octubre de 2010.
jueves, 4 de noviembre de 2010
LIV CAPITULO GENERAL AGUSTINOS RECOLETOS
INFORMACION SOBRE EL CAPITULO GENERAL
El 4 de octubre comenzó en el convento de Nuestra Señora del Buen Consejo de Monachil, Granada, España, el 54º Capítulo General de la orden de Agustinos Recoletos. El Capítulo estará constituido por treinta y nueve religiosos. Además del prior general y los seis consejeros generales, participarán los ocho priores provinciales, ocho delegados elegidos por los capítulos provinciales, doce delegados elegidos por los religiosos y cuatro religiosos hermanos.
El Capítulo General es la suprema autoridad de la orden, expresa la comunión de todos los religiosos y se presenta como un signo de unidad en la caridad (cf. Constituciones, 336). «Cometido suyo es examinar el estado de la orden y la actuación del gobierno general durante el sexenio, promover la unión y colaboración de todos los hermanos y provincias para el bien común, defender el patrimonio de la orden e impulsar la acomodada renovación de la misma, revisar todo lo relativo a la formación, tratar los asuntos más importantes y elegir al prior general y a los demás miembros de su consejo» (Constituciones, 336).El lema propuesto para el próximo Capítulo es la expresión de san Pablo «tenemos puesta la esperanza en el Dios vivo» (1 Tim 4,10).
Tomado de la revista "AVGVSTINVS"
miércoles, 3 de noviembre de 2010
CONCIERTO BENEFICO PRO SIERRA LEONA
EL PRÓXIMO SÁBADO 6 DE NOVIEMBRE A LAS 18,30 h: GRAN CONCIERTO BENEFICO PRO SIERRA LEONA A CARGO DE LOS PROFESORES HUGO Y MÓNICA DEL CONSERVATORIO PROFESIONAL DE MÚSICA DE CÁDIZ Y CHICLANA Y SUS ALUMNOS.
LUGAR: CAPILLA DEL PINO.
ENTRADA:3 EUROS
lunes, 1 de noviembre de 2010
CONVIVENCIA POSCOMUNION
EL PASADO SÁBADO DIA 30 DE OCTUBRE PASAMOS UN DIA MARAVILLOSO EN EL PINAR DE LA BARROSA CON LOS NIÑOS DE LOS GRUPOS DE POSCOMUNIÓN DE LA CAPILLA, SAN TELMO Y LA SOLEDAD ACOMPAÑADOS DE SUS CATEQUISTAS.
A PESAR DE LAS DUDAS, POR EL TIEMPO QUE TENIAMOS ENCIMA, NOS DECIDIMOS A IR AL PINAR CON LA SUERTE QUE EL DÍA NOS ACOMPAÑÓ FINALMENTE.
LA PENA ES QUE MUCHOS NIÑOS NO PUDIERON ACUDIR, PERO QUE NO SE PREOCUPEN QUE HABRÁ OTROS DIAS DE CONVIVENCIA. QUIERO DAR LAS GRACIAS A LAS CATEQUISTAS Y PADRES QUE NOS ACOMPAÑARON . HASTA OTRA...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)