
Si en ti te desprecias a ti mismo y desdeñas la imagen de Dios, en la cual te creó, vencido por el apetito de las bestias, serás bestia, como si el hombre se te perdiese;... (San Agustín. Sermón 8,8).

Nosotros, empero, sólo seremos felices en El, con El y por El. Por su gracia somos unidad entre nosotros y un solo espíritu con El, siempre que a El se aglutine nuestro espíritu. Es un bien para nosotros adherirnos a Dios, pues pierde a todo el que lo abandona (San Agustín. Tratado sobre la Trinidad 6,5,7).